Todos los días, a eso de las 6:30 a.m., un sinfín de corazones se va reuniendo en torno a un lugar especial, nuestra planta molinera.
Entre “buenos días”, cafés y alegría, cada trabajador entrega a diario una pizca de amor y pasión en cada labor que realiza, volviendo cada una de nuestras plantas un lugar especial, importante.

Hace más de 60 años, nuestra primera planta inició operaciones, desde entonces, con vientos a favor y en contra, hemos mantenido nuestro espíritu al cien por ciento, nuestra pasión vibrante y nuestras ganas de compartir el amor por lo que hacemos a cada cliente y consumidor, dejando en cada empaque una parte de nosotros.

Nuestros trabajadores coinciden en que la harina es más que un ingrediente, es un alimento para el alma, mantiene unidas las familias, creando experiencias donde el amor y los sabores prevalecen en la memoria. Y no es para menos.

Con más de 60 años de operaciones en Venezuela, Monaca es sinónimo de excelencia y presencia, atributo que pocas compañías en el país han logrado crear, y este hermoso legado es posible gracias a nuestra gente. El cariño que fluye a ese “segundo hogar” se siente en cada proceso, cada sonrisa, y cada anécdota.

Cada uno de los trabajadores tiene un papel único que a diario se afina más, y el resultado de sus aportes es clave en la calidad que llega a nuestros consumidores y clientes. ¡Todos son expertos en su área!

Muchos de ellos, egresados de institutos especializados en molinería, logran aprendizajes exclusivos en sus puestos, haciendo más valioso ese sentido de pertenencia que los hace orgullosos.


Cada lote de nuestra producción es comprobado en nuestra panadería experimental, espacio donde nacen panes, galletas, tortas, pizzas, entre otros productos, que nos dan cuenta de la calidad del producto que estamos llevando al mercado. Calidad que nos distingue y mantiene en las mesas venezolanas, como sinónimo de buen sabor, historia y tradición.

Para nosotros la harina es vida, razón de ser y norte, y en Monaca la fabricamos desde el corazón para el corazón.